5.04.2009

Boletín de prensa del Gobierno Legítimo

Mario Di Costanzo
Secretario de la Hacienda Pública
Gobierno Legítimo
30 de abril,09

BOLETIN DE PRENSA
LA EMERGENCIA POR LA INFLUENZA TAMBIEN ES CONSECUENCIA DE LA BAJA INVERSION FISICA EN SALUD.

El hecho de que nuestro país atraviese por una emergencia extremadamente delicada, ya que a la precaria situación económica se ha sumado la amenaza real de una enfermedad que, sin ser mortal per se, ha puesto de cabeza a todos los mexicanos, tiene su origen también en la baja inversión que desde hace mucho tiempo se viene observando en el sector salud y particularmente en las erogaciones presupuestarias que se han venido realizando tanto en la secretaria de salud, como en el IMSS y en el ISSSTE.

Para mostrar lo anterior, es pertinente señalar que si revisamos por ejemplo, el presupuesto que se ha destinado a la Secretaría de Salud durante los últimos cuatro años y la manera en que éste se ha gastado, podemos observar que la inversión física, es decir el gasto destinado a la construcción de clínicas y hospitales, laboratorios, etc, ha sido prácticamente “nulo”.

De esta manera se advierte que entre 2006 y 2009 el presupuesto de ésta dependencia se incrementó en 42 mil 681 millones de pesos, al pasar de 42 mil 355 millones en 2006 a 85 mil 36 millones para 2009, sin embargo más de 60% de ese incremento, es decir, 28 mil 911 millones de pesos, se destinaron al llamado “seguro popular” que, como se ha venido sosteniendo, ni es “seguro” (ya que nunca hay medicinas para los que recurren a él), ni mucho menos “popular” (ya que en muchos casos hay que pagar para tener acceso a sus servicios, además de que en gran parte de los casos, sobre todo en el sector rural, sus instalaciones se asemejan más a dispensarios médicos que a clínicas bien equipadas, cuando estas existen).

De hecho, el pago de servicios personales (“salarios”) se incremento durante el período mencionado en cinco mil 230 millones de pesos, mientras que la inversión física total (como pueden ser laboratorios para detectar enfermedades, hospitales, etc.) representó entre esos cuatro años sólo 5% del presupuesto acumulado, y prácticamente la totalidad de esta inversión fue aprobada apenas para 2009, es decir, que este año se va realizar.

Esto significa que de los 250 mil millones de pesos que se han destinado durante los últimos 4 años a la Secretaria de Salud, solo 12 mil 510 millones de pesos, han sido canalizados a inversión física, más aún, el 70% de esta inversión, fue aprobada en noviembre del año pasado.

De hecho, se observa que dentro de los organismos del sector salud, al Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades, durante los años 2006 y 2007 se le asignaron precarios presupuestos, de 314 y 450 millones de pesos respectivamente, y para 2008 su asignación presupuestaria ascendió a un mil 329 millones de pesos, de los cuales 723.8 millones de pesos fueron destinados a un rubro denominado “otros gastos corrientes” y para 2009 se redujo su presupuesto a un mil 149 millones de los cuales sólo 14.8 millones fueron para inversión física.

Por ello, si bien es cierto que existe una amenaza real contra la salud de la población y que las medidas deben ser adoptadas con toda la seriedad y alcance de la emergencia, también lo es, que gran parte de esa “amenaza”, tiene su origen en la falta de “infraestructura” para atender una “enfermedad causada por un virus, que de origen no es mortal, pero que se ha convertido en “mortal” debido a que en muchos casos, no se cuenta con mecanismos para su atención inmediata.

Y si bien es cierto que Agustín Carstens ha señalado que en este momento prácticamente no existe restricción presupuestaria para combatir esta epidemia o pandemia como se le quiera llamar, también lo es que en el pasado reciente si ha existido una restricción presupuestaria o al menos decisiones equivocadas en materia del destino del gasto enfocado a la salud de los mexicanos y a la capacidad de respuesta de las instituciones de gobierno para enfrentar y preveer estas emergencias.

Esto hipótesis se fortalece si observamos que por ejemplo, en las modificaciones que se han realizado tanto a la ley del ISSSTE como a la del IMSS, se han esgrimido argumentos financieros y no de atención, prevención, eficacia y eficiencia médica, dado que el objetivo central de esas reformas, ha sido la modificación de sus esquemas de “seguridad social” y no de cobertura, prevención y respuesta ante factores relacionados con la salud y su atención.

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