12.10.2008

Son las televisoras privadas las que controlan al gobierno espurio: Rafael Barajas

Discurso por Rafael Barajas “El Fisgón” a nombre de la Comisión de Difusión del Gobierno Legítimo de México, en el acto de protesta frente a las oficinas de la empresa Televisa, en avenida Chapultepec

Compañeras y compañeros:

El pasado 11 de noviembre, estuvo aquí el Movimiento en Defensa del Pueblo. Venimos a demandar al señor Emilio Azcárraga Jean, principal dueño y presidente ejecutivo de Televisa, que su empresa informara de manera plural, veraz y ponderada; que cubriera la lucha de nuestro movimiento; que diera cuenta de las luchas del pueblo de México, de todas sus luchas; que la cobertura informativa de Televisa vaya más allá de lo que los empresarios y su gobierno quieren ver y quieren decir.

No venimos a pedir espacio para nosotros; venimos a exigir espacio para todos los mexicanos, para todos los movimientos ciudadanos. No pedimos un favor, exigimos el cumplimiento del derecho a la información. Este es un derecho consagrado en el Artículo 6° de nuestra Constitución y en diversos apartados de la Ley Federal de Radio y Televisión.

Claudia Sheinbaum entregó al señor Carlos González, representante de la empresa, una carta con esta demanda, y el señor González ofreció que Televisa daría una respuesta, pero no fue sino hasta el día de hoy por la tarde, casi un mes después de aquella primera movilización que la empresa nos envió una respuesta.

Una carta enviada por Manuel Compeán Palacio, Director General Corporativo de Comunicación de Televisa, afirma que “Televisa busca reflejar fielmente a todos las voces de la sociedad” en “el marco de la objetividad y la pluralidad”.

Objetividad y pluralidad son valores importantes del periodismo moderno, pero los mexicanos sabemos, desde hace décadas, que Televisa sólo enarbola estos valores para defender sus intereses y hacer las coberturas más sesgadas, engañar, mentir y emprender campañas de difamación y hasta de odio. Así lo hizo con el movimiento estudiantil de 1968, con los movimientos sindicales desde la década de 1960 hasta la fecha, con el fraude de 1988, con Manuel Clouthier, con el cardenismo, con los zapatistas, con López Obrador, con el fraude de 2006, con el movimiento de Atenco, con las luchas del pueblo de Oxaca.

Este breve recuento hace evidente que en Televisa no caben las voces disidentes, ya no digamos “todas las voces de la sociedad”. En Televisa nunca han cabido las voces disidentes.

A lo largo de su historia, Televisa ha operado como un vocero del poder instituido y ha sido el más servicial de los soldados del presidente, repitiendo de manera insistente lo que el Estado quería que se dijera. Televisa nunca ha tenido el valor de defender la verdad y la libertad de expresión le vale. Por todo lo anterior podemos afirmar que Televisa no tiene el valor, que a Televisa le vale…

Los noticieros de Televisa hablan a cada rato del Estado de Derecho. Ahora venimos a recordarle a Televisa, de nueva cuenta, algunas de sus obligaciones legales, como las que se establecen en la Ley Federal de Radio y Televisión. Por ejemplo, Televisa está obligada a:

- contribuir a elevar el nivel cultural del pueblo y a conservar las características nacionales, las costumbres del país y sus tradiciones, la propiedad del idioma y a exaltar los valores de la nacionalidad mexicana, y a fortalecer las convicciones democráticas, la unidad nacional y la amistad y cooperación internacionales.”

Eso dice la ley; quienes manejan esta televisora están obligados a cumplirla y nosotros tenemos el valor de venir a exigirles que la cumplan, pero a ellos les vale…
También venimos a recordarle a Televisa, al señor Azcárraga y a sus representantes, que ellos serán muy dueños de sus instalaciones, de sus antenas, de sus cámaras y de sus foros, pero que no son dueños de las frecuencias que utilizan.

El espacio electromagnético es parte del espacio territorial y es de la Nación, es decir, de todos los mexicanos. Al igual que la industria petrolera y al igual que las playas, las frecuencias que emplean las televisoras no pueden tener propietarios privados. Las leyes nacionales señalan que esas frecuencias pueden serles entregadas temporalmente en concesión para que sirvan a la sociedad, no para que desinformen, distorsionen, defrauden o estupidicen. Miren lo que dice la ley:

Y dice también la ley:
- que no se hará publicidad a centros de vicio de cualquier naturaleza; no transmitirá propaganda o anuncios de productos industriales, comerciales o de actividades que engañen al público o le causen algún perjuicio por la exageración o falsedad en la indicación de sus usos, aplicaciones o propiedades;

- que no se deberá hacer publicidad que incite a la violencia, así como aquélla relativa a productos alimenticios que distorsionen los hábitos de la buena nutrición.”
¿Ustedes creen que Televisa cumple con la ley… o le vale?

¿Y por qué el gobierno no le exige a esta empresa que acate las disposiciones legales? Porque el gobierno actual no fue designado por el voto del pueblo, sino por un grupo de grandes empresarios, entre los cuales se encuentran, precisamente, los dueños de Televisa. ¿Se acuerdan de las campañas sucias contra López Obrador desde antes de las elecciones de 2006? Pues detrás de ellas estaban Salinas, Fox, Fernández de Cevallos, Roberto Hernández, Lorenzo Servitje, Claudio X. González, José Luis Barraza y otros potentados. ¿Y quién estaba al frente de esas campañas? Pues Televisa, principalmente.

Así, el gobierno no tiene el valor de hacer cumplir la ley; al gobierno le vale.

Hoy tenemos un problema grave: mediante el uso indebido de las frecuencias, Televisa ha acumulado un enorme poder económico y propagandístico; tan grande que le impone sus intereses al poder político y muchos políticos que se dicen representantes del pueblo actúan de hecho como empleados de la televisora. No tienen el valor de enfrentársele… y la gente les vale…

Para muestra basta un botón.
A fines del sexenio anterior se aprobó una nueva ley de radio y televisión; esta ley fue aprobada por mayoría en las Cámaras, a pesar de que había sido redactada por los mismos concesionarios para que el Estado les regalara las concesiones, para impedir la entrada de nuevos competidores y para consolidar y acrecentar su enorme riqueza. Posteriormente, Televisa convalidó la imposición de Felipe Calderón en la presidencia e hizo todo por ocultar las pruebas del fraude electoral.

Hoy, el gobierno no puede controlar el poder de las televisoras privadas porque las cosas han terminado por invertirse: son las televisoras privadas las que controlan al gobierno, las que ocupan un lugar muy importante en el selecto grupo de los que mueven los hilos de la marioneta. ¿Cómo va a ser controlada una empresa por un gobernante que es su pelele? En los hechos parece que los concesionarios privados de radio y televisión han realizado ya un golpe de estado.

De esta manera, se ha implantado un México televisivo diseñado a gusto y conveniencia de los dueños de las concesionarias: el México de la gente bonita; el México que coincide punto por punto con las postales de Foxilandia y de Felipelandia; un México en el que no aparecen los disidentes, los que alertan sobre la catástrofe a la que nos está llevando el grupo en el poder, los que denuncian la corrupción y la podredumbre.

Sin embargo, hay vida más allá de la televisión. Para demostrarlo basta con mirarnos aquí, pugnando desde las calles por el cumplimiento de las leyes y por la recuperación de los postulados democráticos. Aunque nos sigan diciendo violentos y enemigos de la legalidad, debemos tener muy claro que ha sido la ciudadanía consciente la que, desde las calles, ha defendido el orden constitucional y legal. Lo hizo en el Senado y lo vuelve a hacer aquí.

Nosotros sí tenemos valor y sí nos preocupan el país, los ciudadanos, las mayorías empobrecidas.

Que lo sepan los dueños de Televisa: si el país no se ha caído en pedazos, si todavía existen márgenes de gobernabilidad, si el gobierno espurio aún no ha logrado llevar a México al despeñadero y al caos, se lo deben a la ciudadanía en resistencia: a quienes se oponen a la Ley del ISSTE, a quienes denuncian la Alianza Educativa, a quienes luchan por los derechos de los pueblos indígenas, a quienes claman justicia para las asesinadas de Ciudad Juárez, a quienes se organiza para defender el entorno de la depredación, a quienes exigen la liberación de los presos políticos, a quienes enfrentan los embates de la crisis económica y rechazan la política económica hambreadora, encarecedora, inflacionaria y corrupta del calderonato.

Porque es gracias a la ciudadanía que exige el cumplimiento de las leyes, que todavía hay país en el que estos empresarios pueden seguir haciendo negocios.
Esperábamos que Azcárraga y sus socios lo entendieran y nos dieran una respuesta. Pero hemos aguardado casi un mes y ellos no nos responden; siguen inundando las frecuencias con mentiras y con distorsiones. A la vez que soslayan y ocultan los fraudes, los robos e ilegalidades de ciertos empresarios y políticos, a la vez que esconden los abusos y violaciones de derechos humanos de las corporaciones policíacas, hacen todo por criminalizar a los movimientos populares y a sus dirigentes. Así lo hicieron con el movimiento estudiantil del 68, así lo hicieron en Atenco y Oaxaca; así lo hacen hoy con el sindicato minero y con este movimiento pacífico. Las causas del pueblo no les merecen más tratamiento informativo que la ocultación o la calumnia. Sólo tienen valor ante el desvalido y la verdad les vale…

Para ellos, para los dueños de la televisión privada, México es el país de tarjeta postal que aparece en los informes de gobierno, o las historias frívolas entre personajes de la farándula, o la violencia delictiva que permite los más atroces ejercicios de amarillismo, o la estafa descarada a los consumidores.

Somos un movimiento convencido de su misión civilizatoria, de su determinación de construir, desde abajo, desde estas calles, un país más justo, más incluyente, más veraz y más apegado a su marco legal. Ellos violentan la ley y vandalizan concesiones que no son de propiedad de sus accionistas sino de nosotros, los ciudadanos.

Televisa está en una situación paradójica. Mantiene la audiencia, pero ha perdido la credibilidad. Su historial de mentiras y distorsiones a favor de los poderosos está a la vista: desde el Movimiento de 1968 hasta el presente, pasando por el movimiento estudiantil de 1986-87, por el fraude de 1988, por el alzamiento zapatista de 1994, por el desafuero de Andrés Manuel y por el fraude de 2006, la televisora ha hecho mal uso de su concesión. Por eso, ahora mucha gente la ve, pero prácticamente nadie le cree. Para la gente, Televisa ha perdido valor, a l gente, Televisa le vale…

Sin embargo, esta televisora sigue basando su enorme poder en el hecho de que sus señales son vistas por una gran parte de la población. No tiene credibilidad, pero sigue siendo un enorme escaparate publicitario; un escaparate en el que igual se anuncian remedios milagrosos que resultados falsos de un gobierno espurio. No informa; literalmente apantalla.

Si ellos no cambian su política de desinformación, exclusión y mentira, nosotros tendremos que emprender una campaña de concientización entre la gente y pedirle que apague el televisor o que cambie de canales, que deje de asistir a los eventos que organiza la empresa, que cancele los contratos con su cablera, que se abstenga de apoyar a sus equipos deportivos.

Tendremos que recordarle a la sociedad que la vida no empieza ni se acaba en la televisión, y menos en esa clase de televisión que hace Televisa. De nada van a servirles sus concesiones, de nada va a servirles el gobierno que impusieron, si nadie los ve. Porque si damos la espalda a los canales de Televisa, los anunciantes se retirarán, y porque si damos la espalda a Televisa, ni los policías corruptos del calderonato podrán obligarnos a que sintonicemos sus señales.

¡Viva el Movimiento el Defensa del Pueblo!· · · · ·

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